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Alimentación Normoproteica: cómo llevarla a cabo

La dieta Normoproteica es un plan alimenticio destinado a favorecer el adelgazamiento. Esta dieta fue creada como un tratamiento médico para ayudar a personas en el proceso de perder peso. La propuesta consiste en bajar la cantidad de calorías que se ingieren, reduciendo el volumen de carbohidratos y grasas para sustituir un pequeño porcentaje por suplementación con proteínas.

Esta dieta Normoproteica consta de tres etapas; desde la primera comienzas a perder peso, ya que tu organismo recurrirá a la grasa de tus depósitos, acumulada en los tejidos, para obtener energía. Con el aporte de proteínas no perderás masa muscular.

La primera parte es la etapa activa. Se realiza la planificación de las tomas en base a los cálculos de cada organismo. Ponemos en marcha una dieta baja en calorías suplementada con proteínas y suplementos multivitamínicos. Dependiendo del ritmo de vida de cada persona y los hábitos adquiridos, se establecerán entre 4 y 6 comidas. Prevalecerán en esta primera etapa las verduras y los suplementos proteicos; poco a poco se introducen y en la medida óptima: carne, pescado, huevos, fruta, cereales y legumbres.

La segunda etapa es la reeducación alimentaria: paulatinamente introducimos otros alimentos en la dieta. Estaremos siempre atentos a que la alimentación siga siendo baja en calorías y ayudaremos a la persona a que vaya observando y analizando su cuerpo para ver qué alimentos le sientan mejor y cuales sería óptimo reducir. En esta etapa, el paciente aprende a combinar alimentos, a distinguir los alcalinos de los ácidos, a depurar su hígado y a reconocer los síntomas que le piden esa limpieza. La persona ya se alimenta requiriendo una cantidad de alimento menor a la inicial. Aprenderá a respetar los alimentos, a cuidar la materia prima y a masticar de manera saludable.

La tercera etapa, la de estabilización, consiste en el seguimiento por un plazo de dos años, tiempo requerido para un cambio metabólico,  manteniendo una dieta proteinada, con controles cada dos-tres meses y chequear que todo esté en orden, confirmando de este modo, el mantenimiento del peso ideal a largo plazo.

Sé que dos de las más sonoras preocupaciones que se plantean ante un reto de este calibre es: La flacidez al adelgazar y el efecto rebote.

Para la primera preocupación te digo que al llevar un control de la cantidad de proteína que tomas, nos aseguramos de que la pérdida de peso se realice sin perder masa muscular. Si es necesario y te apetece, podemos apoyar el proceso con tratamientos que te ayudarán a sentir y ver que tu cuerpo se moldea como quieres.

En cuanto al efecto rebote, te explico. Debes saber que cuando una persona no se encuentra bien viéndose en el espejo, que sus movimientos no fluyen con la ligereza deseada, que la ropa no le queda como preferiría, el cambio siempre está ahí para nosotros; siempre contamos con el cambio. Para que ese cambio sea exitoso necesitamos entender el funcionamiento del organismo, de ese modo verás que el efecto rebote es una consecuencia de un no comprender cómo proceder “después de cambiar nuestra forma de alimentarnos”.

Cuando cambiamos los hábitos de alimentación para adelgazar, ingerimos menos calorías, según nuestro proyecto reducimos la ingesta de hidratos de carbono y azucares para poder tener acceso al depósito de las grasas y quemarlas. El organismo observa que la cantidad de alimento es menor, así pues,  para poder afrontar las actividades del día, va quemando nuestros depósitos. Eso es un esfuerzo que realiza y debemos ayudarle respetando las cantidades y las tomas, si no se respeta el cambio de alimentación, supone que el cuerpo avanza y retrocede, avanza y retrocede. No es positivo.

Bien, vamos a por el concepto del efecto rebote; cuando reducimos el alimento modificando aquello que nuestro organismo está habituado a recibir, hacemos que salte una alerta de “me dan menos que antes… a ver si vamos a estar en situación de crisis…” el cuerpo según este proceder, entra en modo ahorro. Con ello ahorra en calefacción, energía, procesos metabólicos, etc.  Esto se traduce en un enlentecimiento en la quema de calorías. Mi metabolismo está más lento, quemo menos calorías.

Resulta que llevo meses cambiando mis hábitos, comiendo menos calorías; he adelgazado kilos, me siento estupenda/o, mi autoestima está por las nubes, estoy contenta/o, feliz más bien. Estoy tan bien que empiezo a permitirme mi rutina de antes, mis alimentos de antes, porque como ya he adelgazado, puedo obviar que a mi cuerpo la alimentación de antes no le iba bien; puedo obviar que aun no ha pasado el tiempo necesario para que mi metabolismo cambie y requiera menos cantidad; puedo obviar el modo ahorro, mi compromiso y el sacrificio hecho… Es solo un capricho porque lo “merezco”, pero ese capricho me lleva a otro y otro y a otro más. Mi cuerpo todavía no había salido del modo ahorro, mi cerebro no había insertado los cambios como un nuevo modo de vida; tal es así, que ha resultado fácil volver a comer como antes.

Ese es el error y ahí está la clave de todo. Todo eso “extra” que aún no habíamos incluido en la alimentación o que excede a lo planificado, unido al modo ahorro en el que quemo menos calorías, dan como resultado que “eso” que he comido me hace engordar lo propio de sus componentes multiplicado por dos por mi estado de ahorro, ya que el proceso de cambio de hábitos no había terminado. Esa es la consecuencia de dejar un tratamiento de este tipo a medias. Lo que como “extra” no computado me engorda el DOBLE. De ahí la frase típica: “adelgacé 10 kilos y en pocos meses engordé esos 10 y 10  más”. Claro que sí… ahora ya sabes de quien es la responsabilidad y la importancia que tiene comprometerse y terminar el tratamiento.

Si somos capaces de afrontar este reto como un cambio de hábitos y no como una “dieta temporal”, el éxito está asegurado. Te acompañaremos psicológicamente para que juntos podamos encontrar los anclajes óptimos. De ese modo la asimilación de los conceptos y cómo cambiar los hábitos resultará más sencillo y gratificante. Desde la primera consulta se establece una relación de confianza y empatía con nuestra nutricionista, podrás contar con ella en cualquier momento. Sabemos que cambiar hábitos alimenticios, para adelgazar y llevar una vida saludable, es un proceso duro y fatigoso. Necesitamos tu voluntad y tus ganas de asumir que esto es un cambio para siempre. Necesitamos tu compromiso verdadero para poder conseguir el objetivo. Haremos que tu slogan sea: Yo ya no como igual que antes.

Cuidarse es una cuestión de amor propio.

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